La reflexología para mi es un arte, es la técnica más humilde que existe porque te pones a los pies de la persona. No puedes hacerlo con soberbia ni con ego lleno de conocimiento, tienes que ponerte a sus pies con actitud humilde, receptivo a lo que los pies nos transmiten y con respeto porque vamos a entrar en su organismo desde el reflejo.
Cuando trabajamos el reflejo orgánico, trabajamos la parte más sensible, porque cuando actuamos por un acto reflejo no lo hacemos conscientemente.
Yo no creo que deba ser una terapia agresiva ni extremadamente dolorosa como se ha enseñado en casi todas las escuelas, porque si es así la persona automáticamente se cerrará para protegerse.
Hay que crear el clima adecuado y de conexión con la persona y ejercer la presión justa que la persona pueda resistir sin dolor, pero suficientemente eficiente para que el acto se convierta en terapéutico.
Si conseguimos llegar a ese punto entre la nada y el sufrimiento, veremos como el paciente se relaja, se abre a nosotros y comienza la otra sanación: donde las energías fluyen y todo se sincroniza de forma fácil.
“La humildad es la virtud de los sabios”